Escribir una novela es un proceso largo y complejo que, en el mejor de los casos, lleva meses de trabajo. Durante ese viaje, un escritor puede experimentar diferentes estados: la euforia y excitación de ir descubriendo la historia, el enamoramiento por alguno de los personajes o tramas, el placer de ver cómo crece el manuscrito; pero también sentirá la decepción de que el texto no sea como esperaba, el miedo, la inseguridad, las dudas, y una lucha constante con un cerebro empeñado en procrastinar.
Quizás estos sean los motivos de las cifras que circulan por internet y que dicen que el noventa y siete por ciento de los escritores que empiezan una novela no llegan a terminarla. Eso querría decir que sólo tres de cada cien lo consiguen. Sean o no reales estas cifras, lo cierto es que muchísimos aspirantes a escritores renuncian en el camino ante la imposibilidad de terminar su novela. ¿A qué crees que puede deberse? ¿Falta de talento? ¿Sus ideas no son lo suficientemente buenas? En absoluto. Lo cierto es que, en la inmensa mayoría de los casos, los escritores no terminan sus novelas porque se boicotean a sí mismos en el proceso. Conseguir terminar una novela depende más de nuestro estado mental que de nuestro talento o de la idea que estemos desarrollando.
¿Esto significa que necesitamos ir a terapia para poder terminar una novela? Afortunadamente no. Al menos no en todos los casos, aunque tampoco tendría nada de malo y confieso que yo misma he trabajado este problema con mi psicólogo durante un tiempo, con muy buenos resultados. Pero antes de llegar a ese punto, quizás puedas probar con estos diez trucos que a mí me han funcionado y que espero que también te ayuden a terminar tus novelas.
1. Abraza la imperfección
Algo que debería quedar claro desde el principio es que ningún primer borrador es perfecto, ni siquiera los de los escritores consagrados. El tuyo tampoco lo será y no importa. Lo que importa es que termines ese primer borrador para poder arreglarlo más adelante.
Pero, sobre todo y más importante aún: no intentes corregirlo sobre la marcha. Si vuelves una y otra vez a los capítulos ya escritos para reescribirlos, nunca terminarás la novela. Escribe el primer borrador de un tirón y sin mirar atrás. Ya habrá tiempo para las correcciones cuando tengas algo terminado que corregir.
2. Planifica tu novela de antemano
En este punto sé que hay cierto debate porque no a todos los escritores les gusta planificar las novelas. Dicen que les hace perder la emoción del descubrimiento y las ganas de escribir. Para mí, la emoción del descubrimiento está en esa fase de planificación, que me permite luego disfrutar de la puesta en escena y la escritura propiamente dicha cuando me enfrento al primer manuscrito con el trabajo duro hecho.
Pero entiendo que haya escritores a los que no les guste crear larguísimas fichas de personaje o descripciones minuciosas de cada una de las escenas de su novela. Yo tampoco lo hago. Lo que sí hago es un esquema previo, que no tiene por qué ser muy detallado, de la estructura de la historia escena a escena.
Este esquema, que uso en la app Story Planner que diseñé para este propósito, me da una perspectiva global de la historia antes de comenzar a escribirla: me permite ver si la evolución de los personajes funciona, si hay agujeros en alguna trama, y qué longitud tendrá más o menos la novela. Son dudas que habré resuelto ya para que no me asalten durante la escritura del borrador. Un bloqueo menos contra el que luchar.
3. Márcate un objetivo
Otra forma de mantener un buen ritmo cuando escribes una novela es marcarte un objetivo a cumplir. Eso sí, ha de ser un objetivo realista o conseguirás justo lo contrario que buscas. Antes de ponerte una meta, piensa en el tiempo del que dispones e intenta calcular cuántas palabras o escenas puedes escribir en cada sesión de escritura.
También es interesante ponerte una fecha límite para terminar la novela (de nuevo, que sea realista). Para esto, tener una planificación previa, aunque sea con una mera lista de escenas, te ayudará porque sabrás más o menos la extensión que tendrá la obra y el tiempo que debería llevarte escribirla.
Un par de consejos extra sobre las fechas límite: ten algo de generosidad. Súmale dos o tres semanas al cálculo inicial de cuándo crees que deberías terminar el manuscrito. No te agobiarás tanto si algunos días escribes menos de lo calculado y si, por el contrario, ves que te sobra tiempo para terminarlo, te sentirás mejor.
El otro consejo es que en lugar de una fecha límite final, establezcas fechas más cortas para hitos menores. Por ejemplo, terminar la planificación del primer acto en tres semanas. Si ves que esos pequeños hitos se van cumpliendo, así como el objetivo de escritura diario, tu motivación se verá reforzada.
¡Y no te sientas mal por tener que reajustar tus objetivos sobre la marcha si descubres que eran poco realistas! Este es un camino de aprendizaje hasta que encuentres el flujo de trabajo que mejor va contigo y tus circunstancias.
4. Establece una rutina de escritura
Intentar crearte una rutina. Piensa en la escritura como en la práctica de un deporte o en aprender a tocar un instrumento. ¿Qué crees que será mejor: escribir cada día, aunque sea un poco, o pegarte un atracón un día para luego no volver a tocar el manuscrito en semanas?
Si escribes tu novela esporádicamente, será difícil no perder el ritmo. Intenta dedicar un poco de tiempo cada día y que sea siempre en las mismas circunstancias, para que sea más fácil construir el hábito.
Ojo, cuando digo escribir cada día, no significa que no puedas saltarte uno o dos en el calendario. Yo, por ejemplo, no escribo los fines de semana porque me resulta imposible. Los horarios son más caóticos y no puedo planificar de antemano una rutina. Pero con escribir de lunes a viernes me basta para mantener el ritmo.
5. Ponte en modo escritura
Cuando estás escribiendo, escribe. Recuerda que en cada sesión de escritura tendrás que luchar contra dos enemigos constantes: la procrastinación y las distracciones.
Tenemos unos cerebros conservadores por naturaleza a los que no les gusta enfrentarse a tareas difíciles. Seguramente el tuyo también intentará tentarte con misiones más sencillas: «Recuerda que tenías que poner la lavadora. ¿Has llamado ya al dentista para pedir cita? ¿No deberías recoger esta mesa de trabajo para concentrarte mejor?». No le hagas ni caso. Este es tu momento de escribir y punto. Ya te ocuparás del resto de tareas más tarde.
Ojo también con las distracciones como llamadas, redes sociales, interrupciones de otras personas… Intenta escribir en un momento y un lugar en el que nadie vaya a molestarte. A mí me va muy bien ponerme mis auriculares con cancelación de ruido que me aíslan del exterior y me permiten enfocarme en la tarea que tengo delante. También puedes instalar una app de bloqueo de distracciones para evitar abrir el navegador en un momento de despiste, o irte a escribir a una cafetería o a la biblioteca si es lo que funciona para ti.
6. Crea una transición para el modo creativo
Muchas veces tenemos que encontrar el tiempo para escribir en medio de nuestro ajetreo diario. Quizás lo hagas en una pausa para comer en el trabajo, o después de las clases de la universidad, o mientras tus hijos duermen la siesta. Sea como sea, puede que te cueste pasar de un estado mental a otro en cuestión de segundos y te agobies por no conseguirlo, sobre todo si tienes poco tiempo.
No te preocupes. También hay solución para esto. Respira hondo, calma tu mente, y haz algún ejercicio de escritura automática durante unos minutos, para entrar el modo creativo. Por ejemplo, usa un generador de palabras aleatorias e intenta escribir un texto con ellas. No importa que el texto tenga sentido o relación con la novela. Eso es lo de menos. Se trata de cambiar el chip.
Otra forma de ayudarte a realizar esta transición es tener un lugar y un momento fijos para tus sesiones de escritura, como vimos en el punto anterior. Tu cerebro aprenderá a asociarlos con la hora de escribir y será más sencillo ponerse manos a la obra.
7. Encuentra tu motivación
¿Por qué escribes? ¿Cuál es tu objetivo realmente? ¿Cómo te hace sentir el hecho de escribir una novela? Intenta contestar de forma honesta a estas preguntas, porque muchas veces las respuestas son algo más sencillo de lo que crees.
Apunta tus reflexiones en un papel y tenlo siempre a mano para volver a él en los momentos de duda. Cuando no tengas claro por qué lo estás haciendo o si merece la pena, léelo e intenta recordar qué es lo que quieres.
8. Deja algo para mañana
Este es un truco que aprendí de Hemingway y que me parece de los más útiles: deja siempre algo a medias en una sesión de escritura. Aunque sepas cómo terminar esa escena o cómo comenzar la siguiente, para. Como mucho, haz un par de anotaciones sobre lo que te gustaría escribir, pero no lo escribas. Así, al día siguiente, será mucho más fácil empezar una nueva sesión, porque no te estarás enfrentando a un folio en blanco.
9. Únete a un grupo de escritura
Aunque la escritura suele ser un acto individual, los humanos somos seres sociales y compartir lo que hacemos con otros nos ayuda a sentirnos mejor. No se trata de que enseñes lo que has escrito (yo no recomiendo hacerlo hasta que no hayas terminado al menos el primer borrador y lo hayas revisado), sino de charlar sobre técnicas, recursos, ideas… o incluso crear objetivos comunes y participar en sesiones de escritura en grupo. Trabajar con otros que están pasando por lo mismo que tú te ayudará a mantener la motivación.
Si en tu entorno no hay otros escritores con los que crear un grupo, no te preocupes. La tecnología nos lo ha puesto fácil y existen proyectos como Lectores Beta o Literautas en los que se ha creado una comunidad donde encontrar gente afín con la que compartir tu amor por las letras.
10. Acepta que no todos los días serán buenos
Incluso siguiendo todos los consejos anteriores, el proceso de escritura de una novela no es fácil. Tendrás días malos, momentos de bajón, de dudas y de inseguridad. No te dejes arrastrar por ellos, acepta que son parte del proceso y escribe igualmente esos días, aunque sea un poco, aunque sólo sean quince minutos. Ese pequeño avance te hará sentir mejor.
Recuerda que, cuanto más escribas, más fácil será el proceso porque acabarás por interiorizar los mecanismos. Si lo has conseguido una vez, ¿por qué no otras? Así que sigue adelante y no te rindas con esa novela porque estoy convencida de que tú puedes terminarla. ¡Y lo harás!